INTRODUCCIÓN
Los detectores de metales fueron inventados a finales del siglo XIX, primeramente para la localización de grandes objetos metálicos como tuberías, cables e incluso restos de obuses.
El gran auge de los detectores de metales se produjo en la segunda mitad de la década de los años cuarenta. El excedente de material de guerra (detectores de minas) fue el causante de la aparición en el mercado de un elevado número de aparatos a bajo precio.
Rápidamente, el uso de estos dispositivos se extendió para la búsqueda de materiales tan diversos, como restos de material bélico, monedas, barrido en playas, etc.
El coste del aparato se amortizaba en unos días con un par de objetos localizados en una playa (relojes, anillos), e incluso restos de oro en viejas minas abandonadas.
Actualmente, el principio de funcionamiento de los detectores de metales se basa en las mismas cualidades físicas de los metales, si bien el alto desarrollo de la electrónica ha propiciado una serie de aparatos de elevadas prestaciones a muy bajo coste para el aficionado a este apasionante hobby.
Les resumimos en unas breves líneas los principales tipos de detectores existentes, dependiendo de su modo de funcionamiento, utilizados en la búsqueda en playas y campos.
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